Ermita San Sebastián

Edificio del siglo XVIII erigido sobre otro anterior que ya aparece citado en la documentación de 1570. En 1734 la cofradía titular decide la construcción de una nueva ermita y para ello se abre cantera en la cercana población de Curiel de Duero. Dos años después se recibe la pertinente licencia e inician las obras. Sin embargo veinte años más tarde aún no han finalizado los trabajos y se encarga al maestro de cantería Joaquín Caballero que redacte nuevo proyecto para reformar lo ya construido y rematar la obra. El encargado de ello será el experto alarife Bernardo Barreda, que lo hará en 1758. En anualidades sucesivas se fueron rematando obras menores, y ya en 1765 se coloca el retablo que presidirá la ermita. Edificio de planta de cruz latina, aunque uno de los brazos del crucero se derribó con la ampliación de la carretera. El techo estuvo cubierto por bóveda de cañón bajo el entramado de madera. En 1916, abandonado el oratorio, se procede al traslado del retablo a la iglesia parroquial, y en 1925 el edificio, ya en ruina, se vende a un particular. En 1994 otra persona adquiere una de las partes en que está dividida la construcción, restaurando la fachada según luce en la actualidad. Su localización a la salida de la población, en un lugar donde anteriormente confluían varios caminos le confiere ―como a la ermita del Santo Cristo― un carácter protector para la localidad, máxime cuando a San Sebastián (soldado romano mártir del siglo III) se le tiene como abogado contra la peste «al cual piden y suplican interceda ante la majestad de Dios Nuestro Señor por el bien público de esta villa y que a sus vecinos les libre de las necesidades espirituales y temporales». Frente a la ermita hay una cruz de término colocada en 1584, donación de Sebastián de Nicolás, clérigo que fue de la parroquia.